Durante los siglos XVIII y XIX en gran parte de Europa y Norteamérica, la elaboración de bienes y servicios creció a pasos agigantados. Nuevas formas de producción apoyadas en la invención de maquinaria y equipo, permitieron que el número de productos en manos del consumidor fuera cada vez mayor y a un menor precio. A esta etapa de la historia económica del mundo se le conoce como la “Revolución Industrial”.
Jornadas de trabajo de 12 horas o más, contratación de mujeres y niños, con una remuneración que apenas le alcanzaban para sobrevivir aunado a la carencia total de un sistema de asistencia social para el trabajador, permitieron que los industriales obtuvieran ganancias extraordinarias y pudieran realizar nuevas inversiones para aumentar su capacidad productiva o como se le denomina en economía “acumular capital”. Esta es la razón por la cual a las economías de mercado se le llama también “economías capitalistas”.
Fueron muchas las críticas surgidas contra el capitalismo. Principalmente se afirmaba que el funcionamiento de este sistema conlleva la existencia de desempleo y la frecuente aparición de crisis que implican graves despilfarros de recursos. El principal crítico fue un filósofo alemán, Karl Mark (1818-1883), quien con su libro “El Capital”, revolucionó al pensamiento económico, creando todo un nuevo sistema conocido como “marxismo” o “socialismo”.
Esta nueva forma de organización pasó del campo teórico de los libros a la organización real de toda una nación de la mano de Vladimir Ilich Ulianov (1870–1924), máximo líder bolchevique, conocido comúnmente con el nombre de Lenin. Con el triunfo de los bolcheviques, en la guerra civil (revolución de octubre) que destronó a la realeza rusa, la Unión Soviética se convierte en la primera nación socialista del mundo.
Sin entrar en detalles de la filosofía que la inspira, en la economía socialista –llamada también centralmente planificada- los medios de producción son de propiedad estatal y las decisiones claves le corresponden a la agencia de planificación, o poder central, quien distribuye no sólo las tareas del plan, sino también los medios de producción, tanto materiales como financieros. El centro de planificación determina cómo asignar la producción a las diferentes fábricas y procura que cada fábrica tenga los recursos que necesita para poder obtener la cantidad que se le exige.
Las empresas no basan su actuación en el cálculo económico, estos es, en la maximización de los beneficios, o lo que es lo mismo, en la minimización de los costos, sino en la realización del plan concretado en directivas.
Jornadas de trabajo de 12 horas o más, contratación de mujeres y niños, con una remuneración que apenas le alcanzaban para sobrevivir aunado a la carencia total de un sistema de asistencia social para el trabajador, permitieron que los industriales obtuvieran ganancias extraordinarias y pudieran realizar nuevas inversiones para aumentar su capacidad productiva o como se le denomina en economía “acumular capital”. Esta es la razón por la cual a las economías de mercado se le llama también “economías capitalistas”.
Fueron muchas las críticas surgidas contra el capitalismo. Principalmente se afirmaba que el funcionamiento de este sistema conlleva la existencia de desempleo y la frecuente aparición de crisis que implican graves despilfarros de recursos. El principal crítico fue un filósofo alemán, Karl Mark (1818-1883), quien con su libro “El Capital”, revolucionó al pensamiento económico, creando todo un nuevo sistema conocido como “marxismo” o “socialismo”.
Esta nueva forma de organización pasó del campo teórico de los libros a la organización real de toda una nación de la mano de Vladimir Ilich Ulianov (1870–1924), máximo líder bolchevique, conocido comúnmente con el nombre de Lenin. Con el triunfo de los bolcheviques, en la guerra civil (revolución de octubre) que destronó a la realeza rusa, la Unión Soviética se convierte en la primera nación socialista del mundo.
Sin entrar en detalles de la filosofía que la inspira, en la economía socialista –llamada también centralmente planificada- los medios de producción son de propiedad estatal y las decisiones claves le corresponden a la agencia de planificación, o poder central, quien distribuye no sólo las tareas del plan, sino también los medios de producción, tanto materiales como financieros. El centro de planificación determina cómo asignar la producción a las diferentes fábricas y procura que cada fábrica tenga los recursos que necesita para poder obtener la cantidad que se le exige.
Las empresas no basan su actuación en el cálculo económico, estos es, en la maximización de los beneficios, o lo que es lo mismo, en la minimización de los costos, sino en la realización del plan concretado en directivas.
El sistema socialista marxista leninista o de planificación centralizada no llenó las expectativas y en el año 1989 con la caída del muro de Berlín y el fraccionamiento de la Unión Soviética, llegó a su fin. En la actualidad son pocos los países con un sistema de economía centralmente planificada: Laos, Corea del Norte, Vietnam, Cuba, La República Popular China y Moldavia .
Existen algunos partidos políticos que se autoproclaman socialistas, pero este calificativo lo usan más que todo para que los identifiquen como partido de izquierda. Así existen los social demócratas, los social Cristianos, etc., En su mayoría creen en la vigencia de la economía de mercado.
Para terminar, debemos decir que los términos “izquierda” y “derecha” son una herencia de la revolución francesa, cuando en las reuniones del parlamento, los diputados representantes del pueblo se sentaban a la izquierda de presídium, y los diputados representantes de la nobleza a la derecha.
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