lunes, 27 de junio de 2011

ESTADO Y MERCADO

La discusión entre Estado y mercado, aunque ha recobrado fuerza en los últimos años en Venezuela, no es nueva en el mundo, es la diatriba entre socialistas, Keynesianos y liberales. Veamos que representan cada uno de estas posturas del pensamiento económico y político.

El liberalismo se basa en la cooperación social y la división del trabajo, los cuales según esta doctrina, no se puede lograr sino en un sistema de propiedad privada de los medios de producción, es decir en una sociedad de mercado o capitalismo. Estos factores traen como consecuencia: la democracia, libertad personal del individuo, libertad de palabra y prensa, tolerancia religiosa y paz entre las naciones. Es función del Estado la tarea de proteger la vida, la salud, la libertad y la propiedad de sus ciudadanos contra la agresión violenta o fraudulenta (Ludwig von Mises, 1944). En la doctrina política hay una confusa dualidad, en los Estados Unidos de Norteamérica, los conservadores son los que representan el pensamiento antes descrito, los liberales son los partidos de izquierda o socialistas.

El socialismo se originó y en Alemania, basado en los escritos del filósofo Karl Mark (1816 – 1883). Los pensadores más extremistas, propugnan la nacionalización de los medios de producción y la planificación económica centralizada, y los comunistas representan la parte política más pura. También de aquí surge la Socialdemocracia y el Nacionalsocialismo (partido nazi). En los últimos años ha surgido una versión más ligera, en la cual el socialismo ha llegado a significar fundamentalmente una profunda redistribución del ingreso a través de los impuestos y de las instituciones del Estado. Este conjunto de medidas se conoce como: “estado de bienestar”, lo que se ha aplicado con grandes resultados en Suecia y otros países europeos, aunque en los últimos años, dado a la vejez de la población, se ha visto muy comprometida. Los que gozan del beneficio social superan en gran número a los que pagan el impuesto.

En Inglaterra surge una versión intermedia, a través del economista John Maynard Keynes (1883 – 1946). En la cual el Estado, puede intervenir en el mercado para restablecer el equilibrio en la economía.

Hemos revisado las tres corrientes más importantes del pensamiento económico que van dese el extremo a otro del papel que debe tener el mercado y el Estado en la economía. ¿Cuál es el óptimo?. Hay una anécdota sobre esto. En el año 1944, el economista austriaco y representante fundamental del liberalismo, Friedrich A. Hayek (1899 -1992) publicó su libro más popular: “Camino de servidumbre”. En el Hayek realizaba algunas concesiones a la intervención estatal. Keynes lo leyó, camino a a la conferencia de Bretton Woods (donde se creó el Fondo Monetario Internacional). El libro le gusto y suscribió el 100% del mismo, con la única advertencia de que al permitir al Estado intervenir en la economía, después era muy difícil parar la tentación de que este interviniera más y más. ¿usted que opina?.

lunes, 20 de junio de 2011

¿EL SOCIALISMO PUEDE GENERAR INGRESO?

La respuesta definitivamente es que no. El socialismo es una doctrina distributiva y no generadora. Cuando escuchamos a un vocero de esta corriente del pensamiento humano, oímos casi siempre que existe una desigualdad social, donde los ricos son más ricos y los pobres son más pobres; de la explotación del hombre del hombre. Como vemos, el punto básico de sus planteamientos es que hay que distribuir el ingreso, nunca como generarlo.

¿Por qué, sucede esto? Para entenderlo hay que escarbar en lo profundo del pensamiento teórico en que se basa. En primer lugar y el más importante, es la teoría del valor trabajo, el cual ha demostrado su falsedad. Cuando decimos que la cantidad de trabajo contenido en la elaboración de un bien determina el precio de venta del mismo, se nos crea un impedimento muy básico, si nadie lo quiere comprar no hay manera de saber el precio de venta, así de sencillo.

El segundo pilar del socialismo es el estatismo. Es el Estado y su expresión fundamental el gobierno, el que debe tener la propiedad de los medios de producción. Como el capitalismo, según los socialistas, ha creado muchas desigualdades sociales, el Estado en su infinita sabiduría debe poseer la propiedad de los medios de producción y de esta forma controlar el consumo de los bienes. Por esta razón, una de las herramientas que se utiliza es la propaganda y convencer a la población de lo que les hace falta para tener una vida digna. La eficiencia se deja de lado porque no hay forma de castigar al que lo hace mal. El consumidor no tiene forma de decirle al productor si lo esta haciendo bien o mal. De lo anterior se desprende la necesidad de controlar todo, incluyendo a los medios de comunicación. Si la gente no se entera de lo que está sucediendo mal no se puede quejar. La pregunta es: ¿esta situación se puede mantener en un mundo globalizado?.

El tercer lugar tenemos el Chovinismo, el cual es la presunción de superioridad de las cualidades y cosas logradas. Cual amplificador, el socialismo necesita magnificar sus resultados, en su mayoría inexistentes, respaldados por un maquinaria propagandística, que centra sus logros en la reducción de la pobreza, mediante el logro de la igualdad y no de la generación de nuevo ingreso. El chovinista, como decimos en Venezuela, es el bocón que de tanto decir mentiras, ya nadie le cree. Un factor que se le puede agregar al chovinismo es el nacionalismo.

Finalmente pero no menos importante es el militarismo, es decir, el papel preponderante que tiene el ejército en la administración estatal.

Como se puede ver en lo señalado en los párrafos anteriores, el socialismo dedica básicamente sus esfuerzos en la distribución del ingreso y en publicitar este proceso, nunca en la forma como generar uno nuevo que pueda mejorar el nivel de vida de la población. Los socialistas más osados plantean que el socialismo es el resultado final del capitalismo ¿?. Para finalizar, citaremos el economista de la escuela austriaca, Ludwig von Mises, quien en su libro “Omnipotent Government”, escrito como crítica al nazismo, en 1944, señala: “El socialismo completo es simplemente irrealizable. No es un sistema de producción; acaba en la frustración y el caos”. (Gobierno Omnipotente, Unión Editorial, 2002. p.91).

lunes, 13 de junio de 2011

LA DEUDA PUBLICA

Como todos los años, se esta discutiendo la conveniencia o no de los niveles en que se estima que el gobierno nacional se va a endeudar. La pregunta es ¿por qué hay que endeudarse cuando se prevé percibir un flujo apreciable de ingresos por concepto de la venta de petróleo?. La respuesta es muy fácil, para que las cuentas cuadren.

El presupuesto nacional, básicamente es una descripción de los gastos que se van a realizar para el año, los cuales están en función del conjunto de políticas públicas que estén planteadas para el crecimiento económico del país. Por ejemplo en el presupuesto para el año 2011, debe haber una partida (apartado para un determinado gasto) para los problemas de electricidad y vivienda que se están presentando.

El presupuesto público venezolano es por programas, todo gasto debe tener una partida específica. El art. 314 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es clara al establecer: “No se hará ningún tipo de gasto que no se haya previsto en la ley de presupuesto…”. Cualquier violación a este principio, sin cumplir los pasos previstos por la misma ley, aunque sea para fines muy nobles, es un delito, que se conoce como malversación de fondos.

¿En que gasta el gobierno? Los componentes más importantes son el pago de sueldos y salarios, el Situado Constitucional (SC) y el servicio de la Deuda Pública Nacional (DPN). Cada vez que se expropia y se nacionaliza una empresa, crece la nómina pública. El SC es la transferencia que se le realiza a los estados y que es un monto fijo, 20% de los ingresos ordinarios, y el servicio de la DPN, capital más intereses, están fijados por las condiciones con las cuales se contrata la deuda.

Como vemos los gastos son bastante rígidos, por esta razón cuando hay que recortar gastos, lo primero que se ven afectados son los proyectos y programas de inversión.

Establecidos los gastos, la siguiente tarea es ver como financiamos los gastos. En primer lugar, se toman los ingresos ordinarios: impuestos por la venta del petróleo (este es el más importante), sobre la renta y el IVA (al igual que el gasto, cada vez que una empresa pasa a ser propiedad del Estado, se percibe una menor cuantía por impuesto, el cual no seta garantizado por los dividendos que se generen); también tenemos las tasas y aranceles que son los ingresos que cobra el Estado por los servicios prestados (aduanas, correo, etc.). Y finalmente, si no alcanzan los ingresos ordinarios para cubrir los gastos hay que endeudarse. Por ejemplo: si los gastos son 100 y los ingresos ordinarios son 80, hay que endeudarse en 20 (100 – 80 = 20), como ven, la deuda es simplemente la cuenta de cuadre. Ni más ni menos.

Hay unos cuantos mitos sobre el presupuesto, veamos algunos de los más importantes: i) hay que ser prudentes con los gastos, En Venezuela con unos gastos tan rígidos y con una inflación constante de aproximadamente 20% anual, esta parte es casi imposible. El que ha hecho un presupuesto, inclusive en el sector privado, sabe que lo que se hace usualmente es incrementar los gastos al menos en el porcentaje de la inflación estimada por el gobierno. Ser prudente con los gastos (G), simplemente es mantener el monto del presupuesto del año anterior más cierto porcentaje, menor a la inflación y no incluir ningún programa nuevo; ii) Hay que subestimar los ingresos. Como ya se ha señalado lo que no podemos financiar mediante los Ingresos ordinarios (IO), se financia mediante la emisión de más deuda (G = IO + DPN). Esto se agrava si tenemos en cuenta que los Estados tienen como fuente de ingreso fundamental el Situado, el cual está atado al los ingresos ordinarios. Subestimar los ingresos, simplemente es menor ingreso para TODOS los Estados y una mayor contratación de deuda.

¿Qué pasa con los ingresos extraordinarios?. Como su denominación lo indica, son extraordinarios, no corrientes, no recurrentes, circunstanciales. Por lo tanto, son para pagar gastos extraordinarios

Finalmente debemos señalar que la posibilidad de contratar deuda no es infinita, a medida que esta crece, o que baje el precio del petróleo, crece el “riesgo país” o la posibilidad de que no se pueda pagar la deuda. Lo cual encarece el servicio, es decir, hay que pagar una tasa de interés mayor.

lunes, 6 de junio de 2011

EL PRECIO JUSTO

En Venezuela se ha puesto de moda hablar del “precio justo”, ¿Qué es? ¿Cómo se calcula? en verdad ¿es justo?. Estas son algunas dudas, de muchas que se presentan y que trataremos de explicar en el siguiente artículo. Un vez más, veremos que un simple eslogan que a primera vista parece lo más lógico, puede que no se pueda aplicar o sea simplemente una voz suelta, sin ningún sustento empírico o práctico que lo respalde.

En primer lugar es importante señalar que este no es una idea novedosa, el precio justo formó parte de la doctrina de la iglesia católica del siglo XVI. El principal teórico fue el sacerdote mexicano Luis de Molina (Cuernavaca 1535 – Madrid 1600), jesuíta, teólogo y precursor del estudio de la ciencia económica (recordemos que hay un acuerdo general de establecer el año de 1776, cuando se publicó el libro de Adam Smith, como inicio de la Economía como rama del saber).

Para la época en que vivió el padre de Molina, la iglesia católica era parte importante del poder, y su influencia era muy fuerte en las políticas públicas. ¿Qué era para ellos el precio justo?. La clave nos las dio el economista Ludwig von Mises, en su libro: La Acción Humana, tratado de economía”: “…la noción de precios y salarios justos guarda y guardó siempre una relación con un determinado orden social que reputan como el mejor posible. Aspiran la implementación de su ideal y de su eterno mantenimiento. No toleran el más leve cambio en el ordenamiento establecido (…) Estiman justos cuanto favorece al mantenimiento de su inalterable utopía, e injusto todo lo demás.”

Según lo expresado en el párrafo anterior, justo o injusto tiene una valoración subjetiva muy grande, cualquier situación que me mantenga en mi misma posición social o la mejores es justa, y si la desmejora es injusta. Cualquier aumento de precios, al productor o comerciante le parece justo y al consumidor injusto, o viceversa, toda disminución le parecerá injusto al productor y justo al consumidor

Para poner un ejemplo, tomado de mis vivencias, como dirían algunos, yo lo viví no me lo contaron. Nuestro principal producto de exportación, ha experimentado en los últimos años, importantes aumentos en su precio (actualmente supera los 100 $/barril), lo cual a los venezolanos no ha parecido justo. Pero, la visita a dos países hermanos: República Dominicana en el 2000 y Chile en el 2004, ambos importadores netos de combustible, me hicieron ver la cara opuesta. Todas las personas con las que hice amistad me hablaron de lo injusto del aumento y como estaba afectando su calidad de vida.

Otro punto vital que hay que precisar es que el precio justo sólo sería factible en el régimen de la economía de mercado. En una economía de trueque no existe el precio de venta, simplemente, si le conviene a las partes se realizará el intercambio de bienes y servicios. En el caso de la economía centralmente planificada, la cual se basa en la teoría del valor trabajo de los bienes, no se puede establecer un precio de venta. Si se le asigna una cuota de producción a una fábrica, el administrador tratará de cumplir la meta sin importar el costo en que incurra, y si no se puede calcular el costo ¿como se puede poner un precio de venta?. Sólo el mercado puede fijar un precio para los bienes y servicios, que este precio sea justo o injusto, solamente depende de la percepción individual de los participantes en ese mercado. ¿Qué cree usted?

Para finalizar veamos que nos dice sobre el tema el Padre Jesuita Luis de Molina: “Debe observarse, en primer lugar, que el precio se considera justo o injusto no en base a la naturaleza de las cosas consideradas en si misma, lo que llevaría a valorarlas por su nobleza o perfección, son en cuanto sirven a la utilidad humana; pues en esa medida las estiman los hombres y tienen un precio en el comercio y en los intercambios (…) en segundo lugar, que el precio justo de las cosas tampoco se fija atendiendo sólo a las cosas mismas en cuanto al hombre, como si, céteris paribus, fuera la naturaleza y necesidad del empleo que se les da de forma absoluta determinase la cuantía del precio, sino que esa cuantía depende, principalmente de la mayor o menor estima en que los hombres desean tenerlas para su uso (…) En resumen, el precio justo de las cosas depende, principalmente, de la estimación común de los hombres de cada región; y cuando en alguna región o lugar se suele vender un bien, de forma general, por un determinado precio (¿es, o no es parecido al precio de equilibrio del mercado?), sin que en ello exista fraude, monopolio ni otras astucias o trampas, ese precio debe tenerse por medida y regla para juzgar el justo precio de dicho bien en esa región o lugar, siempre y cuando no cambian las circunstancias con las que el precio fluctúa al alza o la baja.”