lunes, 27 de junio de 2016

RELATOS DE INFLACION Y ESCASEZ


Hace algunos años, discutiendo con unos amigos la situación inflacionaria de Argentina, un ex embajador nos relató una experiencia personal. Al llegar a Buenos Aires, se dispuso a tomar un taxi, el chofer después de convenir el precio del servicio le solicitó dos favores al embajador, que le pagara la carrera por adelantado y que le permitiera camino al hotel hacer una breve parada para comprar los comestibles del día (los precios se modificaban constantemente).

Esta historia me indicó claramente la tensión psicológica que estaban viviendo los argentinos. Nunca pensé que estaríamos en una situación semejante. A continuación les presento tres breves relatos, que al estilo del narrado por el embajador intenta presentar una cruda realidad.

Son las nueve de la noche, María Antonia se prepara para ir al supermercado, si, a esa hora se dispone a realizar sus compras semanales (según el número terminal de su cédula de identidad, le toca al día siguiente), pero no va sola, van con un grupo de amigas que han formado una especie de club de compra a través de las redes sociales. La inseguridad le obliga a ir en grupo, ni loca anda sola

Se viste con la ropa cómoda, ya que va  a pasar toda la noche, a las 10 pm comienzan a hacer la lista, a las 12 reparten el número, de acuerdo a la lista, para comprar al día siguiente. Hoy una del grupo la llamó para informarle que había llegado un camión cargado de harina de maíz, aceite y mantequilla, artículos que tienen tiempo desaparecidos de su mesa diaria, reza para poder adquirirlos, pero no se hace muchas ilusiones, hace tiempo que compra lo que llegue, no lo que quiere.

Últimamente tiene que ingeniárselas para ver que le hace de comer a su familia, Sobre todo con que sustituir la proteína animal (carne de res, pollo, huevos, etc.) Ha tenido que reducir el tamaño de la ración y el número de comidas a dos, generalmente sacrificando la cena.

Las compras las hace fundamentalmente a diario a precios no regulados, lo que representa un golpe muy duro a su bolsillo, lo precios se ajustan semanalmente o una frecuencia menor. La semana pasada estuvo haciendo la cola durante 14 horas y solo pudo adquirir 2 botellas pequeñas de aceite de maíz,  espera que hoy sea diferente.  

Ana julia es una joven madre, ayer tuvo una reunión en el colegio donde tiene a sus dos hijos estudiando, uno en preescolar y el otro en 3er grado, Le informaron que la mensualidad sería ajustada para el año escolar que viene, pasaría de Bs. 2.000 a Bs. 7.000, lo que representa un 150% de aumento, o Bs. 5.000 adicionales c/u, A esto se le suman los aumentos generalizados en los productos que se venden en la cantina escolar, un desayuno de dudosa calidad le cuesta Bs. 500.o más.

Está preocupada por que no sabe si tendrá los recursos necesarios para adquirir el uniforme y útiles para el futuro año escolar, un par de zapatos están rondando los Bs. 15.000, un mono pantalón: Bs. 5000; un pantalón Bs. 6.000, camisa: Bs. 3.500, un morral puede superar los 10.000,  etc.

En síntesis, calcula que necesitará más de Bs. 100.000 o 6,66 salarios básicos por cada uno, para los gastos escolares, y no los tiene ¿Qué va a hacer? no lo sabe.


Francisco tiene un familiar que padece una enfermedad neurológica degenerativa, incurable, pero que tiene un tratamiento farmacológico que le permite cierta calidad de vida, pero no los consigue, no hay. Ya ha visto cierto deterioro en su salud, el cual puede ser mayor a medida que pase el tiempo sin consumir el medicamento. El médico no puede ayudarlo, lo que les dice es que trate de buscar las medicinas, tiene a toda la familia en eso, pero es que  su tío necesita la de la tensión, su primo la de la diabetes, su esposa la de la migraña. Ya se conoce todas las farmacias de su ciudad, inclusive se ha vuelto asiduo a las redes sociales donde han proliferado los grupos en busca de medicinas. Solo le queda rezar para que sus familiares aguanten