“La doctrina utilitaria afirma que la
felicidad es deseable, y lo único deseable como fin en sí, siendo todo lo demás
únicamente deseable como medio para este fin.”
(John
Stuart Mill, El utilitarismo)
Finalizamos
este corto viaje a través del pensamiento económico liberal clásico, reseñando
a: “John Stuart Mill” (1806 – 1973) economista, político (Diputado en la Cámara
de los Comunes, 1865-1868) y filósofo inglés: hijo mayor de un intelectual,
James Mill, autor de la “Historia de la
India Británica”. Estudioso de forma
integral de la filosofía, pasando por la lógica y la ética, en el año 1848,
publica el libro: “Principios de economía
política: con algunas de sus aplicaciones a la filosofía social”.
Mill
expone en forma precisa, los aspectos fundamentales de la escuela clásica, si
embargo, basado en sus reocupaciones sociales, defiende una política de
intervención estatal en la economía, acercándose así en varios puntos a la
posición socialista, como bien lo señala el Prof. Xavier Scheifler. Esta
dualidad sirve como puente entre el pensamiento liberal y el socialista.
Cuando
este libro sale la luz pública, ya
comenzaban a manifestarse serias preocupaciones por la situación de la clase
obrera. “Un obrero de fábrica tiene menos
interés personal en su trabajo que el miembro de una asociación comunista,
puesto que no trabaja como este para una sociedad de la que el mismo es socio”.
Amigo de
David Ricardo, amplió el concepto de Renta, al manifestar que esta no procede
de ningún trabajo, sino de un hecho social, la presión social: “Supongamos que existe una clase de ingreso
que tiende constantemente a aumentar sin ningún esfuerzo o sacrificio por parte
de sus dueños […] En tal caso no se
violarían los principios sobre los cuales se basa la propiedad privada, si el
Estado se apropiara este aumento de riqueza o una parte de la misma, a medida
que se produce. En realidad esto no sería tomar nada de nadie; no sería otra
cosa que aplicar en beneficio de la sociedad un aumento de la riqueza, producto
de las circunstancias, en lugar de permitir que fuera a aumentar las riquezas
no ganadas de una clase determinada.
Ahora bien, este es el caso de la Renta.”
Mill, inicia
la revisión del pensamiento liberal, es la insuficiencia de la mano invisible,
para el logro del desarrollo económico, para lo cual sugiere cierta
intervención estatal.
Sus obras
más importantes después de los principios de economía política son: “Un sistema
de lógica” (1843), obra que despierta grandes elogios por parte del Prof.
Joseph A. Schumpeter, y “Sobre la libertad” (1859), de la cual se extrae la
cita a continuación: “A fin de ilustrar
más completamente el error de negarse a oír a determinadas opiniones porque
nosotros, en nuestro propio juicio, las hayamos condenado, será conveniente que
fijemos la discusión en un caso concreto; y elijo, preferentemente, aquellos
casos que son menos favorables para mí, en los cuales el argumento contra la
libertad de opinión, tanto respecto a la verdad como a la utilidad, está
considerado como el más fuerte. Supongamos que las opiniones impugnadas son la
creencia en Dios y en la vida futura, o algunas de las doctrinas corrientes de
la moralidad. [...] Pero debe permitírseme observar que no es el sentirse
seguro de una doctrina (sea ella cual sea) lo que yo llamo una presunción de
infalibilidad. Ésta consiste en tratar de decidir la cuestión para los demás,
sin permitirles oír lo que pueda alegarse por la parte contraria. Y yo denuncio
y repruebo esta pretensión igualmente cuando se refiere a mis más solemnes
convicciones. Por positiva que pueda ser la persuasión de una persona no sólo
de la falsedad, sino de las consecuencias perniciosas de una opinión —y no sólo
de estas consecuencias perniciosas, sino para adoptar expresiones que
terminantemente condeno de su inmoralidad e impiedad—, si a consecuencia de
este juicio privado, aunque esté apoyado por el juicio público de su país o de
sus contemporáneos, prohíbe que esa opinión sea oída en su defensa, afirma
quien tal haga, su propia infalibilidad. Y esta presunción, lejos de ser menos
reprensible o peligrosa, por tratarse de una opinión que se llama inmoral e
impía, es más fatal en este caso que en cualquier otro.”
Como se
comentó, de esta forma finalizamos este breve recorrido por el pensamiento
económico liberal clásico. A partir del próximo artículo iniciaremos un viaje
similar por el
Socialismo
y sus grandes defensores: Saint Simón, Karl Marx, Federico Engels, Rosa de Luxemburgo
y otros más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario