domingo, 26 de agosto de 2012

LA DOCTRINA UTILITARIA


La doctrina utilitaria afirma que la felicidad es deseable, y lo único deseable como fin en sí, siendo todo lo demás únicamente deseable como medio para este fin.”

(John Stuart Mill, El utilitarismo)

Finalizamos este corto viaje a través del pensamiento económico liberal clásico, reseñando a: “John Stuart Mill” (1806 – 1973) economista, político (Diputado en la Cámara de los Comunes, 1865-1868) y filósofo inglés: hijo mayor de un intelectual, James Mill, autor de la “Historia de la India Británica”.  Estudioso de forma integral de la filosofía, pasando por la lógica y la ética, en el año 1848, publica el libro: “Principios de economía política: con algunas de sus aplicaciones a la filosofía social”.

Mill expone en forma precisa, los aspectos fundamentales de la escuela clásica, si embargo, basado en sus reocupaciones sociales, defiende una política de intervención estatal en la economía, acercándose así en varios puntos a la posición socialista, como bien lo señala el Prof. Xavier Scheifler. Esta dualidad sirve como puente entre el pensamiento liberal y el socialista.

Cuando este libro sale  la luz pública, ya comenzaban a manifestarse serias preocupaciones por la situación de la clase obrera. “Un obrero de fábrica tiene menos interés personal en su trabajo que el miembro de una asociación comunista, puesto que no trabaja como este para una sociedad de la que  el mismo es socio”.

Amigo de David Ricardo, amplió el concepto de Renta, al manifestar que esta no procede de ningún trabajo, sino de un hecho social, la presión social: “Supongamos que existe una clase de ingreso que tiende constantemente a aumentar sin ningún esfuerzo o sacrificio por parte de sus dueños […] En tal caso no se violarían los principios sobre los cuales se basa la propiedad privada, si el Estado se apropiara este aumento de riqueza o una parte de la misma, a medida que se produce. En realidad esto no sería tomar nada de nadie; no sería otra cosa que aplicar en beneficio de la sociedad un aumento de la riqueza, producto de las circunstancias, en lugar de permitir que fuera a aumentar las riquezas no ganadas de una  clase determinada. Ahora bien, este es el caso de la Renta.”

Mill, inicia la revisión del pensamiento liberal, es la insuficiencia de la mano invisible, para el logro del desarrollo económico, para lo cual sugiere cierta intervención estatal.

Sus obras más importantes después de los principios de economía política son: “Un sistema de lógica” (1843), obra que despierta grandes elogios por parte del Prof. Joseph A. Schumpeter, y “Sobre la libertad” (1859), de la cual se extrae la cita a continuación: “A fin de ilustrar más completamente el error de negarse a oír a determinadas opiniones porque nosotros, en nuestro propio juicio, las hayamos condenado, será conveniente que fijemos la discusión en un caso concreto; y elijo, preferentemente, aquellos casos que son menos favorables para mí, en los cuales el argumento contra la libertad de opinión, tanto respecto a la verdad como a la utilidad, está considerado como el más fuerte. Supongamos que las opiniones impugnadas son la creencia en Dios y en la vida futura, o algunas de las doctrinas corrientes de la moralidad. [...] Pero debe permitírseme observar que no es el sentirse seguro de una doctrina (sea ella cual sea) lo que yo llamo una presunción de infalibilidad. Ésta consiste en tratar de decidir la cuestión para los demás, sin permitirles oír lo que pueda alegarse por la parte contraria. Y yo denuncio y repruebo esta pretensión igualmente cuando se refiere a mis más solemnes convicciones. Por positiva que pueda ser la persuasión de una persona no sólo de la falsedad, sino de las consecuencias perniciosas de una opinión —y no sólo de estas consecuencias perniciosas, sino para adoptar expresiones que terminantemente condeno de su inmoralidad e impiedad—, si a consecuencia de este juicio privado, aunque esté apoyado por el juicio público de su país o de sus contemporáneos, prohíbe que esa opinión sea oída en su defensa, afirma quien tal haga, su propia infalibilidad. Y esta presunción, lejos de ser menos reprensible o peligrosa, por tratarse de una opinión que se llama inmoral e impía, es más fatal en este caso que en cualquier otro.”

Como se comentó, de esta forma finalizamos este breve recorrido por el pensamiento económico liberal clásico. A partir del próximo artículo iniciaremos un viaje similar por el
Socialismo y sus grandes defensores: Saint Simón, Karl Marx, Federico Engels, Rosa de Luxemburgo y otros más.


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