domingo, 25 de septiembre de 2011

FIN DEL TRABAJO

“Primero fue el fin de los campesinos, después el de los obreros. ¿Y que viene ahora? ¿será el fin de los empleados o, sencillamente, el fin del trabajo? Cual dios Saturno que devora a sus hijos, cada etapa del desarrollo capitalista parece devorar la parte de civilización que antes engendró.” (Cohen, 2001)

En el año 1996, la editorial Paidós, publica un trabajo del profesor de la Universidad de Pensilvania Jeremy Rifkin, titulado: “Fin del trabajo”, en el cual trata de explicar como los nuevos adelantos tecnológico generan, cada vez mayores tasas de desempleo. Así mismo alerta sobre el hecho de que las nuevas tecnologías informáticas basadas en el empleo de las computadoras llevarán a la civilización a situaciones cercanas a la finalización del trabajo (Torres Solís).

El libro de Rifkin, ha desatado una serie de trabajos a favor y en contra de su tesis el fin del trabajo. A nuestro entender la discusión está basada en un concepto más específico del capital humano y el saber único, planteado inicialmente en las obras del economista Gary Becker.

Ya es un consenso que el factor productivo más importante en la actualidad es el factor o capital humano y de cómo su mejoramiento continuo es de vital importancia para el desarrollo económico. La velocidad de información es un reto al cual debemos de afrontar diariamente, por lo tanto, el gran profesional, poseedor de un saber único pude caer en la absoluta incompetencia con la aparición de una nueva tecnología. El trabajador específico es por definición quien lo arriesga todo si su empresa cae en la quiebra o debe despedirle, resultando la pérdida del bienestar individual. Si se excluye mucho tiempo del mercado de trabajo, puede caer en la trampa o circulo vicioso de la pobreza y marginalidad.

Como todo proceso hay un reacomodo, es verdad que algunos empleos desaparecerán, como son aquellos que son muy riesgosos y puede se asumido por la robótica -como es el caso de la industria automovilística- o en el caso de que se requiera una milimétrica precisión en la producción, muchas labores requieren que el trabajador adquiera nuevas habilidades y conocimientos, y en muchos casos que agrupe una serie de actividades que anteriormente eran ejecutadas por más de dos personas, por ejemplo, hace algunos años se contrataba a una persona exclusivamente para la elaboración de las presentaciones (gráficos, tablas, etc.), hoy esta actividad forma parte habitual de las actividades diarias de cualquier profesional.

Este último punto es tratado excelentemente por el economista francés Daniel Cohen, quien en su libro: “Nuestros tiempos modernos” (Kriterios Tus Quest editores, 2001), nos describe la paradoja económica del zapeo, es decir, la aparente contradicción entre la reducción del coste de coordinación y la escasa especialización del trabajo ¿Cómo explicar que un bue número de tareas, antes dispersas y especializadas, se realicen ahora por una misma persona? Esta concentración del trabajo es posible porque al igual que un telespectador que zapea buscando un programa de televisión, la informática facilita el zapeo de una tarea a otra, con un solo clic del ratón el jefe de ventas abre el programa de contabilidad. Es mucho más fácil hacer dos cosas a la vez. En términos más precisos se puede decir que la informática, mediante la objetivación de los procedimientos, convierte el saber profesional de cada uno en un bien común de la empresa y no exclusivo del trabajador ¿Estamos ante el fin del trabajo? ¿usted que opina?.

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