A raíz de la reciente devaluación del bolívar “fuerte”, escuché al Dr. Pedro Palma utilizar el calificativo de tsunami para describir los efectos devastadores de la medida tomada. Metáfora muy apropiada para describir cual ola gigantesca que arrasa las costas producto de un maremoto, el efecto que tendrá en nuestras vidas el debilitamiento de nuestra moneda. Trataremos de explicar lo más sencillo posible cuales son los mecanismos que construyen esa ola.
En el momento en que se decretó la devaluación, se estableció que de ahora en adelante se necesitarán más bolívares para adquirir un dólar norteamericano, lo que implica que los productos que importamos se encarezcan. Si antes unos zapatos que se compraban en el exterior a 100 USA$ representaban un gasto de 215 BsF, a partir del 08 de enero si queremos adquirirlo tenemos que destinar 430 BsF de nuestros ingresos. Nada más ni nada menos que nuestro gasto en bienes importados se duplica. Bueno, esto no es tan cierto, como el régimen establecido es dual, es decir con dos tipos de cambio, y nosotros consumimos productos de los dos niveles establecidos: 2,60 y 4,30 BsF/USA$ realmente nuestro gasto en artículos importados aumenta en alrededor de 60%.
El efecto inmediato de la devaluación es que todo comerciante o industrial que trabaja con productos importados trata de realizar un ajuste inmediato en los precios de sus productos debido al ajuste en el costo por reposición de inventarios. Suponga que un vendedor de zapatos importe el zapato del ejemplo, y quiere obtener un beneficio del 50%, es decir que lo vende a 323 BsF, pero resulta que con el nuevo tipo de cambio el producto de la venta no le alcanzará para comprar otro par de zapatos y seguir trabajando. Lo que significa que esa persona si quiere continuar tiene que vender los zapatos por un valor superior a 430 BsF, así lo haya comprado a dólar viejo ¿especulación? no, es simple supervivencia.
Ahora bien, decretado la devaluación, el consumidor por experiencia propia sabe del efecto inflacionario de la medida (recordemos que los venezolanos ya hemos pasado por esto) y tratará de anticipar las compras antes de que los bienes que desean adquirir aumenten de precios. Es una reacción normal y cuando la demanda aumenta, hay presión para que los precios aumenten.
A continuación se da el efecto inercial, como todos los agentes económicos consumen de estos bienes, sobre todo si se depende tanto de las importaciones para suplir la demanda interna de bienes y servicios, tratarán de ajustar sus ingresos a la nueva realidad, los empleados pedirán aumento de sueldos, los choferes solicitarán aumento del pasaje y en definitiva todo el que pueda ajustar el valor de sus servicios prestados, lo hará. La presión sobre los precios irá aumentando muy rápidamente
El paso de la ola deja graves consecuencias: el consumidor se hace más pobre ya que por mucho que pueda ajustar sus ingresos, estos serán siempre en una proporción menor al incremento de precios provocado por una devaluación tan grande. El productor o vendedor verá disminuido sus ingresos ya que bajarán sus ventas dado que el ajuste en los precios que deben hacer implicará que muchas de las personas que antes eran sus clientes ahora no podrán adquirir el producto. Disminuirán las importaciones lo que trae en el corto plazo un desabastecimiento, aumentando la inflación. El aumento de los precios de los bienes inmuebles será superior que en otros productos, ya que la gente tratará de preservar su patrimonio adquiriendo bienes que se revalorizan en el tiempo.
Pudiera ser que ante la caída de las importaciones algunas empresas nacionales pudieran incrementar su producción para abastecer el mercado interno, lo que nunca va a pasar es que ante la devaluación se incrementen las exportaciones. Para exportar se requiere algo más que un precio competitivo, se necesita calidad, responsabilidad, productividad, eficiencia, etc. La devaluación sólo sirve para disminuir las importaciones no para incrementar las exportaciones.
Como se comentó anteriormente el comportamiento antes descrito no es un invento, ha sucedido a lo largo de la historia económica venezolana, sucedió en 1983, sucedió en 1991 y también sucederá este año. Por eso es que muchos economistas recomiendan que la devaluación es lo último que se debe intentar, sobre todo si es con fines fiscalistas.
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