miércoles, 22 de julio de 2009

UN PAIS MODERNO

Como he señalado en reiteradas ocasiones, estamos en una nueva era. Muchos investigadores señalan, por poner una fecha, la caída del muro de Berlín como el fin de la era industrial y el comienzo de la era del conocimiento. Todo está cambiando a una velocidad sorprendente. Vemos como en el plano personal ha cambiado, por ejemplo, la forma de comunicarnos. No importa la distancia geográfica, la comunicación personal es inmediata, ya sea través de correos electrónicos, chats, mensajes de texto, programas como Facebook, Sonico, Skype o Twister. Ahora son herramientas fundamentales el teléfono celular inteligente, el laptop, etc. El ser humano ha tenido que adaptarse y modernizarse.

Igualmente las cosa están cambiando para los países, las relaciones entre países No son las mismas, ya la teoría de la dependencia, la relación centro periferia, no explican el porqué del atraso de muchos países. Ahora los estudios se centran en la globalización, el libre comercio y la integración. Ahora se habla de apertura de mercados, de inversión, de atracción de capitales. Ahora se habla de países modernos y países atrasados. Los países atrasados son aquellos que no se han dado cuenta de este hecho y siguen echándole la culpa de sus problemas a los demás, son países que todavía explican los hechos en función de una continua lucha de clases, en una perenne lucha entre pobres y ricos. En la actualidad coexisten, con diferentes grados de importancia, tres distintos sistemas de creación de riqueza, simbolizados a grosso modo por el arado, la cadena de montaje y la computadora ¿Cuál queremos utilizar?

En el libro “El regreso del Idiota” (Debate), los autores describen, en forma clara, lo que significa modernidad. Inicialmente indican que la riqueza se crea y su creación depende más de la empresa privada que del Estado; para avanzar en el camino de la modernidad y dejar atrás la pobreza, se requiere ahorro, trabajo, educación (sobre todo técnica), control del gasto público, inversiones nacionales y extranjeras,, multiplicación de empresas grandes basadas en el conocimiento (alta tecnología), medianas y pequeñas, así como también eliminación de monopolios públicos y privados, del clientelismo, la corrupción y la burocracia vegetativa; supresión de trámites, subsidios e inútiles regulaciones; una justicia rigurosa, seguridad jurídica y, en general respeto a la Ley y a la libertad en todos sus órdenes.

Como se puede ver, son elementos de un total pragmatismo. Como me explicó recientemente el Dr. Enrique tejera París, al momento de diseñarse una política económica la pregunta a contestar es ¿para qué se hace? Y no ¿por qué se hace? Como se tiene costumbre. Contestar para que se hace es liberarse de la carga ideológica y centrarse en la solución de los problemas. Esto lo han comprendido jefes de Estado, que pertenecen a la izquierda, como es el caso de la presidente de Chile Michelle Bachelet o el presidente de Brasil Lula da Silva. No es casualidad que estos países sean los de mayor desarrollo de la región.

Contestar para que se hacen las cosas, trae como consecuencia directa que hay que tomar en cuenta la opinión de los usuarios, es necesario involucrarlos en la toma de decisiones y para que esto suceda, el camino optimo es la descentralización de los poderes públicos. Sólo por esta vía la solución a los problemas será rápida y oportuna.

Modernizar la economía de un país requiere un acuerdo nacional donde todas las fuerzas vivas en consenso señalen el camino a seguir, se pongan de acuerdo en unos lineamientos básicos, libres de carga ideológica. Los gobiernos pasan, no importa cuanto duran, pero tarde o temprano pasan y el país sigue. Este es el hecho básico que muchos han comprendido. Cada día la izquierda se parece más a la derecha y la derecha cada vez se parece más a la izquierda, convergiendo ambos en una región central, cuya bandera es la de construir un país moderno que genere el mayor estado de bienestar a toda la población incluyendo a las próximas generacionres.

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