Como técnico siempre me ha costado explicar al ciudadano común los anuncios oficiales sobre los resultados mensuales de la variación de los precios (inflación). Uno les explica que la medición se basa en el estudio mensual de una canasta de bienes, elegidos por que se les considera representativo del consumo de los venezolanos. Uno les explica que empleados del Banco Central de Venezuela visitan constantemente los mercados y demás comercios para verificar en el sitio la evolución de los precios.
Seguidamente esa persona, que nunca ha estudiado economía y quizás ninguna carrera universitaria, desarma nuestra disertación preguntándonos con una cara de “ya tengo a este creído en mi mano, ya verá lo que es bueno”, como es que la inflación fue de 30,9 si el precio del producto X subió 50%, el del producto Y, 80% y pare usted de contar.
A uno no le queda más remedio de poner cara de “usted tiene razón, que le vamos a hacer” y explicarle que efectivamente el Índice Nacional de Precios al Consumidor es sólo una referencia, y que cada uno tiene una canasta muy particular, por lo que es muy válida la impresión de que los precios es mayor que la anunciada.
Todo lo anterior se debe que anoche tomé un taxi para llegar a mi casa, fui el tercero en pararlo ya que las dos primeras personas pegaron el grito al cielo cuando les informaron el valor de la carrera (como le decimos en Venezuela) y que conste que estas personas fueron muy respetuosas, porque si de algo me he dado cuenta (y ningún libro de economía lo menciona) que una de las consecuencias de la inflación es la de hacer florecer lo peor del lenguaje y el gesto corporal. Continuando nuestro asunto, yo también quede en shock cuando me informaron la tarifa, la cual no me quedó más remedio que pagar dada una combinación de que ya era muy tarde, estaba cansado, y gracias a Dios, era quincena.
El caso es que los taxistas, por lo menos en donde yo vivo, ajustaron los precios de la carrera el último año en aproximadamente 100%, muy lejos del 31 anunciado. Cuando se lo comente al chofer, me dio el discurso habitual, que si aumentaron los cauchos, que aumentaron los repuestos que ya no se puede ir al mercado y… - Le dije que diera las gracias, ya que por lo menos el podía ajustar los precios, pero que esto era imposible para los que viven de un quince y último. El caso de todo este cuento es que definitivamente, los índices de precios, ya no son un reflejo válido del costo de la vida, se han quedado corto. Con el agravante de que muchos ingresos: bonos de alimentación, ajustes de sueldo, etc., son calculados en base al comportamiento del índice de precios del período anterior. Por lo tanto siempre quedamos rezagados en esta carrera en contra de la inflación, ella va sobre ruedas y nosotros caminamos Es importante que se revisen los estadísticos y metodologías para el cálculo de la variación de los precios. El deterioro del poder adquisitivo del venezolano es más rápido de lo que indican las cifras. Para muestra un botón: cuantos de nuestros padres podrían comprar la casa o apartamento en que viven? Claro, lo ideal sería que simplemente no existiera la inflación.
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