En el año 2011, en el marco de la
celebración del Bicentenario de la independencia, fue editado un libro de suma
importancia contentivo de la visión de las
distintas academias nacionales de Venezuela sobre un conjunto de
problemas fundamentales que afectan al país.
Con “Propuestas
a la Nación” las academias trascienden las paredes del claustro de San Francisco y aportan al debate público,
con la autoridad que le da la calidad de los profesionales que las conforman,
una serie de trabajos de investigación (una por cada academia) que no solo
contribuyen con el análisis, sino que presenta las posibles soluciones.
La Academia de
Ciencias Económicas (ANCE) es representada por los Doctores. Pedro Palma, Luis Zambrano Sequín y Domingo Felipe Maza
Zavala con el trabajo: ”La inflación y su impacto en la calidad de vida de los
venezolanos”.
¿Por qué ANCE escogió la inflación como el principal problema
económico existente en Venezuela? La respuesta se ubica en el gran daño que
este causa al ingreso. Muchos lo consideran como un impuesto que tiene que
pagar el venezolano por el mal desempeño del gobierno en materia monetaria.
¿Que causa o
genera un proceso inflacionario. “La inflación es un complejo proceso
económico, social y político. Sus causas originarias son múltiples e interrelacionadas
y los mecanismos de transmisión de sus efectos operan directamente e
indirectamente sobre diversas variables que impactan la calidad de vida de los
miembros de la sociedad tanto a corto como a largo plazo […] Hoy en día hay la
conciencia y temor de los efectos negativos de la inflación que, en la casi
totalidad de los países, uno de los objetivos
centrales y permanentes de la política económica es alcanzar y preservar
la estabilidad de los precios, tanto en el corto como en el largo plazo, aún a
costa del crecimiento económico y el empleo a corto plazo.”
Como lo hemos
señalado reiteradamente, en la actualidad hay un consenso sobre el origen
monetario de la inflación “...la política fiscal y cuasifiscal no sólo es
procíclica, sino que cada vez depende más del financiamiento con emisión
monetaria que se produce por varias vías: la entrega de recursos monetarios,
sin contrapartida alguna, por parte del BCV. La utilización de controles y
múltiples tasas de cambio; el endeudamiento interno a tasas de interés
reguladas muy por debajo de la tasa de inflación; la creación de liquidez con
la finalidad de fomentar un mercado para la colocación de bonos emitidos por el
sector público; la dolarización de parte del gasto fiscal etc. Todas prácticas
que a fin de cuentas consisten en modalidades de financiamiento vía un impuesto
inflacionario.”
Después de haber tenido una de las variaciones de precios
(alrededor del 3%) más pequeñas del planeta, tenemos 31 años con una inflación
severa. Explicada en buena medida por “… la aplicación de políticas económicas
erradas, caracterizadas por la ausencia de objetivos fundamentales, tales como
la diversificación del aparato productivo, la menor dependencia del volátil
negocio petrolero, la estabilización macroeconómica a través de la acumulación
de fondos en los años de altos precios de exportación, para así evitar caer w
situaciones de restricción y penuria en los períodos de bajos precios; y la
implantación de una política cambiaria dinámica y racional que evitara la
sobrevaluación desproporcionada de la moneda…”.
De la
experiencia vivida por algunos países suramericanos (Brasil, Perú, Argentina)
se pueden extraer una serie de lecciones sobre las medidas antiinflacionarias
que pueden ayudar a solventar el grave problema que estamos sufriendo. Estas
recomendaciones son: Máxima responsabilidad y compromiso antiinflacionario en el manejo de la política fiscal; Creación
de mecanismos que garanticen la mayor estabilidad posible en el comportamiento
de la demanda agregada; autonomía operativa del Banco Central como ente rector
de la política monetaria ; máxima flexibilidad posible en el funcionamiento de
los mercados que componen el sistema económico nacional y estimular la
inversión en capital humano y físico, tanto a corto como largo plazo.
Cinco
recomendaciones de la Academia de Ciencias Económicas que valen la pena tomar
en consideración