Si en alguna materia no tuvimos que improvisar los
hombres de Acción Democrática cuando asumimos la responsabilidad de gobierno,
fue ésta de la política petrolera. Teníamos conocimiento del problema, fórmulas
concretas para abordarlo y decisión de rectificar, de una vez por todas, el
rumbo entreguista, o vacilante, que siempre habían adoptado los gobiernos
venezolanos ante los consorcios del petróleo.
Rómulo
Betancourt
En el último día de junio de 1914, cambian los paradigmas
en Venezuela Cuando empieza a manar el petróleo en el pozo Zumaque Uno de
Mene Grande. El país deja de ser una nación que vive del producto de la tierra
a una que vive de la renta de un producto de la tierra.
Un hombre predestinado a conducir a su país en dos
ocasiones está consciente de la situación como ninguno de sus contemporáneos y
logra modificar la política petrolera inclusive fuera de las fronteras
cambiando las relaciones comerciales internacionales.
Rómulo Antonio Betancourt Bello[1] nace el 22 de febrero de 1908 en la casa No 3 de
la calle Bolívar del pueblo de Guatire[2], Municipio
Zamora del Estado Miranda. Ubicada a dos horas y media de Caracas, Guatire
era el centro comercial de una región agrícola bastante próspera: cultivos y
moliendas de caña, destilerías de aguardiente amén de haciendas de café y otros
renglones agrícolas; en el pueblo existían varias firmas comerciales de
importancia y por supuesto, la infaltable iglesia[3]. En
la actualidad forma parte de la Gran Caracas.
Su padre fue Luis Betancourt García un
emigrante canario, llegado al país a los dieciséis años de edad y su madre, la
criolla Virginia Bello Milano. El matrimonio Betancourt Bello, eran lo que se
podría llamar de clase media en un país de muy humildes ingresos. Tenían un
vivo interés por la instrucción y la cultura. Luis Betancourt, aparte de su
actividad comercial fue editor de un periódico local y desde un principio
fomentó la lectura en su hijo Rómulo, logrando que este se volviera un lector
voraz y que en su juventud soñara con volverse todo un escritor, lo cual será,
pero no en la forma inicialmente prevista.
Rómulo pasó su infancia en Guatire pero al
comenzar sus estudios de bachillerato se traslada con su familia a la ciudad
capital y se inscribe en el Liceo Caracas donde convive con la futura
intelectualidad venezolana y es alumno del gran escritor Rómulo Gallegos. Este
ambiente estudiantil es oxigeno que alimenta su pasión por ser escritor. Como
era lo natural para alguien interesado en las letras, al concluir el
bachillerato se inscribe en la Universidad Central de Venezuela para cursar
estudios de Derecho.
Los
hechos acontecidos en la semana el estudiante en el año 28, provocan un cambio
radical en su vida, tiene que cambiar la poesía por el ensayo, la ficción por
el reportaje periodístico y la política pasa a ser la pasión que nunca le
abandonara por lo que resta de su vida.
Perseguido
por el gobierno de Juan Vicente Gómez, parte al exilio en Curazao, lugar donde
se forma el futuro líder que causará, según la opinión de muchas personas, una
verdadera revolución en Venezuela[4]. Como parte de
su formación autodidacta[5] lee y hace el resumen de
los 15 tomos de la “Historia Contemporánea de Venezuela” de Francisco González
Guinán[6], lo que le da un conocimiento muy grande sobre
la idiosincrasia de su país. Manuel Caballero refiere que Betancourt con la
ayuda de un diccionario ingles-español leyó el libro del autor norteamericano Ludwell
Denny “We fight for oil”[7], dando inicio a un estudio
profundo de la industria petrolera.
Muerto el dictador, Betancourt regresa
al país siendo sin duda el venezolano que más aporte ha dado a la conformación de
una conciencia nacional, orientada hacia el control por el Estado, de sus
riquezas básicas. Ningún otro venezolano puede comparársele en la
sostenida prédica, oral y escrita, acerca del tema petrolero. En sus discursos,
en sus artículos de prensa[8], en folletos y libros
denunció lo nefasto que fue la política de concesiones y la acción de las
compañías petroleras.
Prueba
de su sólida formación en materia económica, como muy pocos venezolanos la
tenían para la época[9], es el inicio a partir del 9 de
marzo de 1937, de la redacción de la columna “Economía y Finanzas” en el Diario
Ahora. Fueron muy diversos los temas tocados por Betancourt: agricultura,
petróleo, gestión pública, etc. como lo demuestran algunos títulos de sus
artículos: Las Finanzas de los Estados (11.5.37); ¿Se trabaja por la
desvalorización del Bolívar? (28.9.37); Economía dirigida frente a economía
liberal (5.1.38); La depresión económica en Estados Unidos (9.7.38); Escuela
libre de Ciencias Económicas y Sociales (29.10.38); El Banco Central de Emisión
y las medidas de emergencia económica (11.9.39). Parte de estos artículos dan
cuerpo al que será su primer libro publicado, ”Problemas Venezolanos” (Santiago
de Chile, 1940)
En
el año 1956 publica su obra magna: “Venezuela, política y petróleo”, en donde
realiza una defensa de su labor de gobierno en el trienio 45-48 y una crítica
muy documentada a la política petrolera de la dictadura[10].
Texto de lectura obligatoria para todo el que desea comprender el papel jugado
por el petróleo en el desarrollo de Venezuela. Historia patria y petróleo
fueron los ingredientes que formaron al gobernante, al hombre que guío la
transformación del país en la segunda mitad del siglo XX.
Dos veces asume Rómulo Betancourt la
conducción del país: la primera durante el período 1945-1948 y la segunda
durante el período 1959-1964. Durante las dos presidencias, el tema petrolero
es prioritario, La política petrolera propulsada por Betancourt y respaldada
por Acción Democrática, su partido, tenía como objetivo el aprovechamiento y
defensa al máximo posible de una riqueza que no había rendido, a país
beneficios apreciables y estaba basado en lo que él denominó 8 fórmulas simples
y concretas[11]:
1. Elevación de los impuestos hasta el límite que
entonces se consideró razonable, dentro de un sistema capitalista y la economía
de mercado.
2. Concurrencia de Venezuela como entidad autónoma al
mercado internacional del petróleo, vendiendo directamente sus “regalías”.
3. Cese radical del sistema de otorgamiento de
concesiones a particulares, y planeamiento de una empresa del Estado a la cual
se atribuiría la facultad de explotar directamente, o mediante contratos con terceros,
las reservas nacionales.
4. Industrialización de la mayor parte del petróleo
venezolano dentro del país; y organización de una refinería nacional, con
capital estatal o mixto.
5. Adecuadas medidas para la conservación de la riqueza
petrolera, típico recurso natural no renovable; y utilización del gas emanado
de los pozos que tradicionalmente se venía desperdiciando.
6. Reinversión por las compañías concesionarias de una
parte de sus utilidades en la vitalización y desarrollo de la economía
agropecuaria.
7. Mejoras sustanciales en salario, prestaciones sociales
y condiciones de vida y de trabajo de los obreros y técnicos venezolanos al
servicio de la industria.
8. Inversión de una cuota elevada de los ingresos
obtenidos de la nueva política impositiva sobre el petróleo en crear un
economía diversificada y propia, netamente venezolana.
Fueron muchos los éxitos que en materia
petrolera lograron los gobiernos de Betancourt como es el caso de la creación
de la Corporación Venezolana de Petróleo (CVP) en abril de 1960. Pero hay dos
que por sus repercusiones internacionales pueden ser considerados los grandes
logros. Dejemos que sea el propio Presidente que nos lo señale: “En 1946, cuando fui por primera vez Jefe de Estado en
mi país, Venezuela fijó unilateralmente, por decisión soberana de la nación, la
relación 50-50, mitad y mitad, en el reparto del producido en ganancias de la
explotación del petróleo, reparto paritario entre las compañías concesionarias
productoras y el Estado. (Esta fórmula, traducida a la jerga internacional
petrolera con el nombre de fity-fity, se extendió como mancha de aceite al
Medio Oriente y a todas las áreas petrolíferas del mundo. Y significó para
numerosos pueblos que recibían céntimos de dólares por la prodigiosa riqueza
del subsuelo suyo, el comienzo de valorización de un producto natural sobre el
cual ejercían dominio y exacción las compañías transnacionales y sus socios
comanditarios: los Estados Industrializados de Occidente capitalista. Y en
1960, cuando por segunda vez ejercí la Presidencia de la República, fue
Venezuela pionera, abanderada en la creación de la OPEP (Organización de
Países Exportadores de Petróleo), el más audaz y exitoso empeño de defensa y
contraataque de los países ricos en materias primas valiosas, y militarmente
débiles, frente al férreo complejo militar-industrial de las grandes potencias
occidentales. Por primera vez en el mundo moderno, un grupo escaso de países
sub-desarrollados, o en proceso de desarrollo, concertaron sus políticas y
la acoplaron en un solo fuerte haz unificado, logrando con esos esfuerzos
normas de comercialización a los supermillonarios centros financieros de Nueva
York, Londres, París y Berlín. En un sector vital de la economía mecanizada del
siglo XX, ya no fueron los compradores, implacables por omnipotentes, los que
fijaron los precios del petróleo crudo; lo fijaron los vendedores. [12]
Tradicionalmente se le ha atribuido a Juan
Pablo Pérez Alfonzo la paternidad de la OPEP, pero debemos recordar que el
formaba parte de un equipo de gobierno dirigido por el Presidente Rómulo
Betancourt. Como bien lo afirma Manuel Caballero, quien diseñó en primer
lugar la política general del país en materia petrolera fue, como es muy
normal, Rómulo Betancourt, no sólo por su condición de Presidente de la
República, sino por su inquietud, desde 1929, por las cuestiones del petróleo [13]. Por lo tanto el verdadero padre es Betancourt.
Pèrez Alfonzo siempre tuvo el cuidado de que quedara claro, él era el
ejecutante de una política diseñada por el Presidente [14].
Culminado su mandato en 1964, decide
irse al exterior, a un exilio voluntario, para no entorpecer al presidente
electo Raúl Leoni, su compañero de muchas luchas y de partido. Fija residencia
en Suiza después de haber vivido un tiempo en Nápoles. Se dedica a la
reflexión intelectual y a la escritura[15].
En 1972 regresa definitivamente a
Venezuela. Sin embargo visitaba muy a menudo la Ciudad de Nueva York, lugar
donde lo alcanza la inmortalidad el 28 de septiembre de 1981. “Con el se extinguía el quinto de los más
grandes hombres de la historia venezolana. Los cuatro precedentes fueron: Simón
Bolívar, José Antonio Páez, Antonio Guzmán Blanco y Juan Vicente Gómez.
Esta lista no encierra una comparación ni tampoco es valorativa. Son los más
grandes por ser los que tienen mayores dimensiones los que ocupan mayor espacio
[…] para bien o para mal (para bien y para mal) han ocupado el centro de la
escena y durante su trayectoria vital para los venezolanos nos hemos visto
obligados a definirnos frente a ellos: hemos sido así bolivarianos y
antibolivarianos; paecistas y antipaecistas; guzmancistas y antiguzmancistas;
gomecistas y antigomecistas; finalmente betancuristas y antibetancuristas” [16]. Rómulo Betancourt no fue economista pero se
convirtió mediante el estudio disciplinado en un experto petrolero y cambió el
mercado internacional del petróleo. Sin lugar a dudas fue un protagonista en la
economía venezolana
[1]La mayoría de las biografías consultadas hacen omisión
del segundo nombre del presidente Betancourt. Algunas obtenidas por vía
electrónica registran el nombre de Rómulo Ernesto Betancourt Bello. Sin embargo
se decidió respetar el nombre señalado por la politóloga, periodista y
escritora María Teresa Romero en su libro ”Rómulo Betancourt”, editado por El
Nacional, por considerarlo un fuente másconfiable.
[2] Romero, María Teresa. Rómulo Betancourt. Biblioteca Biográfica Venezolana no 13. C.A. editora el Nacional.
Venezuela. 2005. P.10
[3] Caballero, Manuel. Rómulo Betancourt, político de nación. Alfa Grupo Editorial y el Fondo de
Cultura Económica. Venezuela. 2004. P.28
[4] Así me lo manifestó en entrevista personal el Dr. Enrique Tejera París quien formo
parte del gobierno de Betancourt a la caída del Dictador Marcos Pérez Jiménez. En su libro “Gobierno en mano”, el Dr. Tejera Paris escribe “…en ese
contexto criollo, puede decirse que sin duda no ha existido en nuestro país
revolución política mejor concebida y dirigida que la que se inició en enero de
1959”.
[8] Betancourt escribió incansablemente en
diversos periódicos de América Latina y en especial en el periódico del Partido
Comunista de Costa Rica.
[9] La Escuela Libre de Economía de la
Universidad Central de Venezuela se crea en octubre de 1938 y la primera
promoción de economistas gradúa en julio de 1942. Hasta la fecha las personas
vinculadas con la ciencia económica eran abogados. Caso muy especial fue el de
Alberto Adriani, graduado de economista en Europa.
[10] Betancourt quiso escribir un texto que
pudiera ser leído por cualquiera, pero le salió como el mismo lo denominó un
“mamotreto”, un texto muy extenso, lleno de datos, tablas que hacen un poco
pesada su lectura sin embargo su valor es indiscutible.
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