“… Sólo más tarde me percaté de que en el partido marxista había dos
grupos: el de quienes jamás habían estudiado a Marx, o que, o que solo conocían
algún pasaje popular de sus libros; y el de quienes, aparte de sus libros
escolares, sólo conocían a Marx, o que, como autodidactas, sólo habían leído
escrito de Marx, ignorando toda literatura mundial.” (Ludwing von Mises.
“Autobiografía de un liberal”. Unión Editorial. Madrid. 200.p.55)
Con la Publicación del Capital,
se enciende una llama que logra dividir al mundo ideológico-económico, en dos:
una parte liberal o capitalista, conformada básicamente por los países
occidentales con Inglaterra como cabeza visible y una socialista, conformada
básicamente los países orientales, con la Unión Soviética como representante
principal.
¿Por qué el éxito inicial del
socialismo? ¿Por qué su propagación tan rápida? La única explicación que tengo,
la podemos dividir en dos partes: la primera, es que los escritos marxistas
encontraron tierra fértil, en las mentes juveniles e inconformes de una
izquierda naciente. Frases como “La
explotación del hombre por el hombre” o conceptos como la “lucha de clases” ”la propiedad pública de
los medios de producción”, “la plusvalía” dieron argumentos a los jóvenes
revolucionarios que veían como los sectores menos favorecidos de la población,
consumían su vida en los talleres industriales.
En segundo lugar, aunque el
socialismo pretende tener todo un cuerpo teórico que los respalde, una lectura detallada de sus principios nos
muestra claramente que parte de unas premisas totalmente equivocadas. Conceptos
como el de “valor trabajo” no pasan
cualquier escrutinio económico. Si revisamos la bibliografía socialista, esta
está conformada por una teoría muy oscura e imprecisa que dificulta enemente su
lectura y comprensión. Por este motivo es que muchos de líderes, que se llaman
marxistas, recurren a lo señalado en la cita del Prof. Von Mises que encabeza
este artículo. Lo que trae como consecuencia un Estado que lo único que
pretende es el poder de un solo hombre.
Como pudimos ver en el desarrollo
histórico de la humanidad, durante el siglo XX. Bajo la excusa de que: “El capitalismo de Estado es la preparación
material más completa para el socialismo, su antesala, un peldaño de la
escalera histórica entre la cual y el peldaño llamado socialismo no hay ningún
peldaño intermedio” (V.I. Lenin, Obras
Escogidas, Tomo 2), surgieron en el mundo una serie de gobiernos dictatoriales y autoritarios. Casos
como la Unión Soviética, Cuba, Corea del Norte, China, Vietnam, así lo
demuestran.
Sin embargo, el surgimiento del
marxismo trajo otra consecuencia más sutil, y es que todo gobierno, partido
político o persona que pretende representar al “pueblo”, debe ser de izquierda
“SOCIALISTA”. De esta forma surge en Europa a principios del siglo XX, la
Socialdemocracia, que en forma muy explícita indicaba que el futuro era “EL
ESTADO” posteriormente, la doctrina
social-cristiana. Aunque la Iglesia cristiana, con dos siglos de vida, tuvo que
añadir a su nombre la palabra social
¿por qué? Lo que somos cristianos (en nuestro caso católicos) sabemos el
carácter social de nuestra fe.
“La
llegada del intervencionismo estatal provocó un cambio radical. Los ministros y
los funcionarios ministeriales y parlamentarios era totalmente ajenos al mundo
económico; la mayor parte de ellos no tenían ni idea del alcance de las medidas
que adoptaban ni estaban en condiciones
de dar a las leyes, a los decretos y a las órdenes una formulación capaz de
aclarar a las oficinas competentes los procedimientos concretos para su
ejecución.” (von Mises:103)
El Prof. Luis Pazos, quien por
muchos años ha estudiado el tema, nos señala que en nombre de Marx: gobernaron
a un tercio de los seres humanos; líderes obreros estallan huelgas,
guerrilleros luchan por derrocar gobiernos; intelectuales pide la abolición de
la propiedad privada de industrias y comercios; gobernantes expropian tierras,
nacionalizan empresas y aumentan impuestos y la religión es considerada un
instrumento clasista al igual que la familia.
Según una leyenda, Marx comentó
que el no es Marxista. Nosotros nunca lo seremos ¿y usted?
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