“Pero si el ingreso anual de la sociedad es
prácticamente igual al valor de cambio del total del producto anual de sus actividades
económicas, o mejor dicho, se identifica con el mismo. Ahora bien, como
cualquier individuo pone su empeño en emplear su capital en sostener la
industria doméstica, y dirigirla a la consecución del producto que rinde más
valor, resulta que cada uno de ellos colabora de manera necesaria en la
obtención del ingreso anual máximo para la sociedad. Ninguno se propone, por lo
general, promover el interés público, ni sabe hasta que punto lo promueve.
Cuando prefiere la actividad económica de su país a la extranjera, únicamente
considera su seguridad, y cuando dirige la primera de tal forma que su producto
represente el mayor valor posible. Solo piensa en su ganancia propia; pero en
este como en otros muchos casos, es conducido por una mano invisible a promover
un fin que no entraba en sus intenciones. Más ni implica mal alguno para la
sociedad que tal fin no entre a formar parte de sus propósitos, pues al
perseguir su propio interés, promueve el de la sociedad de una manera más
efectiva que si esto entrara en sus designios. No son muchas las cosas buenas
que vemos ejecutadas por aquellos que presumen de servir sólo al interés
público. […] Cual sea la especie de
actividad doméstica en que pueda invertir su capital, y cuyo producto sea
probablemente de más valor, es un asunto que juzgará mejor el individuo
interesado en cada caso particular, que no el legislador o el Hombre de
Estado.”
Adam Smith.
La
extensa cita que inicia este artículo. Es uno de los párrafos más citados en la
historia económica mundial, ya que, a favor o en contra, se le atribuye como la
esencia del pensamiento económico liberal. No creemos equivocarnos al pensar y
afirmar, que aunque muchos la mencionan en sus críticas o alabanzas, pocos son
los que la han leído. Por tal motivo la hemos transcrito, lo más extenso
posible (dado las limitaciones del espacio) para que todos la puedan leer y
sacar sus propias conclusiones.
Esta
alegoría, de la mano invisible aparece por primera vez en un libro que marca un hito, un antes y un
después, ya que formalmente aparece en el acta de nacimiento de la “Ciencia
Económica”, como rama del saber humano y como materia de estudio y de polémica.
En el año
1776, el mundo académico ve la publicación de: “An Inquiry into the Nature and
Causes of the Wealth of Nations” (“Investigación sobre la Naturaleza y Causas
de la Riqueza de la Naciones”. La cita fue tomada de la edición en español,
publicada por el Fondo de Cultura Económico. México, 1982. P.402. Traducción de
Gabriel Franco de la Univ. De Puerto Rico) escrito por el Filósofo y Académico
escoses, Adam Smith, quien a partir de la publicación de este libro, se le
atribuye la paternidad de los estudios económicos.
Smith
nació en Kirkaldy, pueblo de la costa
escocesa, en 1723. A lo largo de su importante carrera académica, Smith ejerce
las funciones de profesor de filosofía moral, de cuyo estudio y reflexión sale
la obra que para muchos, es el inicio de la idea de la libertades individuales:
“Teoría de los sentimientos morales” (1759). Smith se relacionó con lo más
granado de la intelectualidad europea de la época. Fue amigo y colaborador del
otro gran filósofo escoses: David Hume (1711-1776). Fue admirador del gran
filósofo francés: Voltaire (1694-1779), con quien se reunió en variadas
ocasiones en la ciudad de Ginebra. Se sabe que “la Riqueza de las Naciones”
(como usualmente se le conoce por lo largo del título) inicialmente se la
dedicaría a Quesnay, el fundador de la
escuela Fisiocrática, pero la muerte de este último malogró a intención de
Smith.
Entre los
cargos académicos, podemos mencionar: miembro de la Literaty Society of
Glasgow; presidente de la Philosophical
Society de Edinburgo; rector de la Universidad de Glasgow en 1787 y releecto en
1789. Fue nombrado director de Aduana de Edimburgo en 1778, puesto que
desempeñó hasta su muerte el 17 de julio de 1790 a causa de una enfermedad,
viviendo con su madre y su prima, en Edimburgo.
El
periodista Max Lerner (1902-1992), en la introducción del el libro editado en
inglés, en 1937 afirma que La Riqueza de la Naciones constituye una extraña
mezcla de economía, filosofía, historia, teoría política, programa de acción;
un libro escrito por un hombre de vasta cultura y sutil perspicacia. En fin, es un libro que hay que leer.
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