“Que la riqueza consiste en dinero, o en oro y plata,
es una idea popular, derivada de las dos distintas funciones del dinero, como
instrumento de comercio y como medida de valor […] Un país se supone que es
generalmente rico, de la misma manera que una persona, cuando abunda en dinero,
y el atesorar oro y plata se considera el camino más corto para enriquecerse…”
(Adam Smith. Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las
naciones.1982:378)
A partir del
siglo XVI, en el mundo se desató una verdadera guerra por el dominio de los
mares: portugueses, españoles, holandeses e ingleses, lucharon por ampliar sus
mercados. Bajo el dominio de unos Estados poderosos, Compañías comerciales y
aventureros, piratas y corsarios, se adentraban en aguas desconocidos con el
único fin de hacerse ricos.
Esta era
comercial produjo grandes adelantos e inventos en el sector del transporte y
grandes descubrimientos territoriales. Cristóbal Colón consiguió un
financiamiento de la corona española para una expedición para encontrar una nueva ruta comercial hacia la
india.
A pesar de
esta inmensa actividad comercial, no se puede afirmar que estuvo amparado por
una doctrina económica, pero si podemos decir que había una forma de pensar más
o menos uniforme con una serie de principios básicos, los cuales fueron
planteados por Thomas Mun (1571-1641),
Director (1615) de la británica Compañía
de las Indias Orientales (East India Company), en su libro “Discourse of Trade
from England unto the East Indies” (Discurso del Comercio de Inglaterra hacia
las Indias Orientales, 1621).
El
Mercantilismo, nombre con que se conoce a esta escuela del pensamiento
económico que influyó sobre Europa alrededor de 200 años, de 1550 a 1750,
(Jorge Rojas R. 2004) en forma muy
global nos señala que la única fuente de riqueza para las naciones, son los
metales preciosos: oro y plata, por lo tanto un país se hace más rico cuando
posee mayores cantidades de esos metales en sus reservas. La forma de
incrementar las reservas es a través de un superávit en la balanza de pagos, lo
cual se consigue cuando las exportaciones de bienes y servicios son mayores a
las importaciones, y la única actividad que permite esto, es la comercial.
La doctrina
mercantilista fue duramente criticada por los economistas clásicos o
economistas liberales, sobre todo por Adam Smith, quien es considerado el padre
de la economía, el cual atacaba duramente el carácter improductivo del
comercio. De acuerdo a Maxim Ross, economista venezolano que ha estudiado a
profundidad el tema estas críticas se centran el alto carácter regulatorio del
Estado en el comercio que genera un exceso de regulaciones; el tratamiento del monopolio y el principio de equilibrio
entre ingresos y gastos, fundamento del concepto de balanza comercial
favorable.
Una serie de
cambios políticos, sobre todo durante la segunda mitad del siglo XVIII, en detrimento
del absolutismo político y del colonialismo europeo, terminaron por sellar el
declive del mercantilismo. Entre ellos podemos mencionar la Independencia
Americana (1776), la Revolución Francesa (1789), que dieron origen a sendas
repúblicas. Aunque el origen de los organismos representativos en Europa, los
Estados Generales en Francia, la Cámara de los Comunes en Inglaterra, las
Dietas en Alemania, y las Cortes en España, data de la Edad Media, fueron las nuevas
repúblicas las que marcan el inicio del fin del absolutismo (Rojas, 2004).
En la próxima
entrega veremos la otra gran corriente precursora del pensamiento económico,
(antes del año 1776, cuando se publica el libro de Smith), “Los fisiócratas”.
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