En los últimos 6 meses tenemos la
percepción de que la inflación se disparó, Disculpen si usamos una expresión
tan imprecisa como es “percepción”, pero todavía no tenemos a disposición las
cifras oficiales para el primer trimestre de 2015.
Cada vez es
mayor la cantidad de dinero que necesitamos para adquirir la misma o menor
cantidad de productos. Un billete de Bs. 100 (el de más alta denominación en
Venezuela) ya no logra comprar casi nada. También se está observando una de las
consecuencias de la inflación, el uso de una gran cantidad de papel moneda en
las transacciones diarias. En febrero de este año, según el Centro de
Documentación y Análisis para los Trabajadores, Cendas, reportó que la canasta
alimentaria alcanzó un monto de Bs.19.858 (representa una variación de 122% con
respecto al mismo mes del año anterior y equivale a 3.5 veces sueldo mínimo), lo que obligaría a un
consumidor no bancarizado a tener 199
billetes de Bs. 100 para adquirirla. Más temprano que tarde el Banco emisor
tendrá que emitir un billete de mayor denominación.
En
días recientes se nos preguntó qué si en el futuro bajaran los precios,
lamentablemente la respuesta es negativa, Quizás, los precios de algunos
productos podrán bajar. pero, el precio de la canasta de bienes y servicios
utilizado para el cálculo de la inflación continuará aumentando ya que no se
han anulado las causas que generan esta alza. En economía la baja sostenida del
nivel de precios se denomina “Deflación” y es causado básicamente por una caída
en el consumo que obliga el ajuste a la baja de los precios. Sólo Japón ha
experimentado este fenómeno que básicamente es causado por una caída en el
consumo,
Este
no es el caso de Venezuela ya que en primer lugar existe una severa contracción
en la oferta de bienes, producto de la disminución de la producción doméstica y
sobre todo de las importaciones, herramienta con la que venía trabajando el
gobierno para contener la presión inflacionaria.
Continúa
el déficit fiscal, obligando a su financiamiento por parte del Banco Central de
Venezuela. Al sacar más dinero a la calle con una cada vez menor cantidad de
productos que comprar, aumenta la presión sobre para que suban los precios.
La
caída de los precios del petróleo, principal fuente de ingreso de divisas del país
obliga el racionamiento en el suministro de dólares. Se le está dando prioridad
al servicio de la deuda, lo que queda se reparte entre las distintas
necesidades de importación. Estas divisas no alcanzan para satisfacer a todos,
por lo cual seguirá la escases de productos en los mercados venezolanos,
fomentando la especulación y el acaparamiento.
Se
estima un decrecimiento en la actividad económica del 3%, lo cual conlleva una
vez más a la utilización de las importaciones como herramienta para combatir la
inflación. Ya no estaríamos hablando de una recesión económica sino de algo más
severo, de una depresión económica. Motivo por el cual, la situación económica
de Venezuela debería denominarse “Depreflación”, depresión con inflación.
Ha fracasado
la política de control de precios, incluso los bienes sometidos a regulación
han visto incrementar de manera importante sus precios,
Todo
esto genera un cuadro sombrío, se espera para el 2015 una variación de tres
dígitos en el nivel de precios, la más alta del mundo.
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