En días recientes, caminando por el pasillo de Ingeniería de la UCV, uno de los últimos sitios en Caracas, donde se puede conseguir libros técnicos (y otros, de acuerdo al gusto de cada quien) a buen precio, me encontré un verdadero tesoro en un pequeño folleto editado por la Asociación Civil para la Promoción de Estudios Sociales de la UCAB. Titulado “El reto demográfico en Venezuela” cuyo autora es Anitza Freitez L.
En este interesante estudio, quiero destacar el concepto de “bono demográfico”, con el cual se designa el posible beneficio que puede obtener una sociedad motivado al cambio de la composición por edades de su población.
Desde que tengo uso de razón, siempre he escuchado la versión de que Venezuela es un país compuesto en su mayoría por jóvenes menores de 18 años (censo de 1961), lo que gráficamente se representaría como una pirámide de ancha base, y que se va estrechando a medida que aumenta la edad de la población.
La situación, para la fecha actual puede ser diferente, hay que esperar los resultados del Censo 2011, para comprobarlo. Lo que si es muy claro que los factores que influyen sobre esta pirámide si han cambiado.
La reducción de la mortalidad infantil, la mayor educación de la población femenina que ha permitido un descenso del número de hijos por cada madre, el aumento en la esperanza de vida de la población, el traslado del campesino a las ciudades, etc. Son factores que si lugar a duda pueden hacer más pareja la pirámide poblacional El cambio de esta última, “con una mayor proporción de adultos mayores es probable es muy probable que se aféctela capacidad de ahorro de la economía porque típicamente los adultos mayores tiende a desacumular activos –desahorrar- mientras que las personas más jóvenes, si están participando en la fuerza de trabajo, son los que tienden a ahorrar para afrontar su posterior vejez” .
Esta situación en la cual la pirámide se ve reforzada en las edades productivas puede ser un momento de oportunidad para crear una economía sólida, para lo cual, se deben implementar una serie de políticas pública que permitan potenciar el beneficio de este bono demográfico.
La autora señala cuales pueden ser este conjunto de políticas, las cuales compartimos plenamente. Si aprovechamos o no esta oportunidad es enteramente nuestra responsabilidad y no podemos echarle la culpa a un tercero.
Finalizamos esta breve reseña, resaltando el párrafo final de la contraportada: “Así de drástico, exigente y determinante es el reto demográfico que tendremos que afrontar en las próximas 2 ó 3 décadas”