Al comienzo de la segunda década del siglo XXI, existe un acuerdo general de que las relaciones entre los factores productivos ha cambiado y que se ha entrado a lo que el economista Fritz Machlup denominó en el año 1962: “La sociedad de la información” y que actualmente algunos llaman la “economía del conocimiento” o nueva economía.
En esta nueva era, el principal factor productivo es el conocimiento humano, con toda la carga de creatividad individual que esto requiere. Para medir la potencialidad de un país en este nueva era (creando tecnologías de información y conocimiento, -TIC-), el cuerpo técnico de las UNCTAD/Naciones Unidas, ha creado el ICT Diffusion Index and Ranking, el cual se define a partir de dos dimensiones: Conectividad: medido por el número de Internet hosts per cápita; número de PC per cápita; número de líneas telefónicas per cápita; y número de líneas de telefonía móvil per cápita. De esta manera a una medida del desarrollo de infraestructura. Acceso: Se mide por el número estimado de usuarios de Internet, tasa de alfabetización, costo de la llamada local y el PIB per cápita (PPPUS$). Componente este que permite describir la oportunidad de sacar ventaja del hecho de estar conectado.
En el año 2005, este ranking señalaba a Luxemburgo como el país, con el puesto No.1 y Nigeria en el puesto 180. Venezuela ocupaba el puesto No. 87. Noticias recientes y hay que señalarlo, extraoficiales, señalan que una nueva edición de este indicador ubican a nuestro país en el puesto 107. Si esto es verdad, indican un claro retroceso de Venezuela en el nuevo mundo de la alta tecnología, restándonos competitividad comercial internacional.
Otro comentario que queremos realiza es referente al fenómeno inflacionario que estamos viviendo. Si no se entiende que este es un PROCESO y no un hecho puntual, no se logrará vencer. Existe un componente en particular de este proceso que algunos llaman: “Inflación contenida” o “Inflación potencial”, que se refiere al posible incremento en los precios retenido o en estado latente por el control de precios.
Muchos economistas señalan que si mañana se eliminara la regulación, el aumento que sucedería estaría más cercano a la inflación real. Eso es excesivo, pero el concepto, en si es importante. Con la existencia de un control de precios, el cual es un hecho puntual, los precios se congelan en un momento dado sin una revisión periódica, se deja solapada o escondida parte del desequilibrio económico que genera el proceso inflacionario, con la consecuencia de que siempre existirá la particularidad que la variación de los pecios oficiales siempre será menor a la real. Mientras más dure el control, mayor será el desequilibrio escondido, por esta razón es que nadie en su sano juicio puede recomendar una completa liberación de precios. Hay que hacerlo en forma gradual.
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