domingo, 26 de febrero de 2012

EMPLEO, UNA DE LAS CLAVES PARA EL DESARROLLO

Los últimos estudios realizados por el “Proyecto Pobreza” de la Universidad Católica Andrés Bello han determinado que la calidad de empleo, vivienda y hábitat, educación para la inserción social productiva y salud para una vida larga y que valga la pena vivir, son los cuatro ámbitos sobre las cuales se deben diseñar las políticas públicas para lograr el desarrollo económico de Venezuela.

El instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, dirigido por Luis Pedro España, ha publicado recientemente el libro: “La precariedad del empleo en Venezuela, una clave para la superación de la pobreza”, escrito por Genny Zúñìga y que representa el volumen 1 de la colección: “Cuatro Claves para el Desarrollo de Venezuela”.

¿Por qué el empleo es fundamental para el desarrollo económico y social del país? La respuesta aunque evidente no es tan sencilla. Los sueldos y salarios son la principal fuente de ingreso familiar. “La cumbre Mundial sobre Desarrollo Social realizada en la ciudad de Copenhague en 1995, destaca entre los compromisos adquiridos la promoción del pleno empleo como una prioridad fundamental de las políticas económicas y sociales. Además pone énfasis en la necesidad de acelerar el desarrollo económico, social y humano de los países menos favorecidos. Para dar cumplimiento a estos compromisos se propuso un programa de acción que tiene tres ejes centrales: el primero la erradicación de la pobreza; el segundo, la creación de empleo productivo junto a la reducción del desempleo y, el tercero, la integración social. Cinco años más tarde, en el período de sesiones extraordinarias de la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada en Ginebra, se reconoce que los progresos alcanzados respecto al empleo y el desempleo han sido lentos, pese al papel fundamental que el trabajo productivo tiene en el desarrollo económico, en la erradicación de la pobreza y en el logro de la integración social.”

El empleo y la desocupación son las dos caras de la misma moneda, siendo esta última consecuencia de un mercado laboral que es incapaz de generar los suficientes empleos que cubran la oferta de de mano de obra y su consecuencia más visible y directa es la falta de ingresos, que permitan escapar de la pobreza, la cual se entiende, por la situación en que el ingreso obtenido por el trabajador se encuentra por debajo del monto per cápita de la Canasta de Bienes y Servicios determinada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Por lo tanto, una política de empleo debe procurar generar empleos de calidad.

Como es demostrado en este estudio, el principal problema del mercado laboral venezolano que se identifica como un impedimento para la superación de la pobreza y que además contribuye a generar lo que se conoce como el núcleo de pobres, es la existencia de empleos de mala calidad o empleos precarios. Esta situación se agrava por el proceso de globalización que se ha vivido en los últimos años y que ha traído como consecuencia, la incorporación y el desarrollo de nuevas tecnologías que obligan la creación de nuevos puestos de trabajo que requieren habilidades y conocimientos especializados.

En este estudio también se encuentra, mediante una modelo (LOGIT), que existe una relación muy fuerte entre la precariedad laboral y los niveles educativos y la inversión en la industria manufacturera. Por lo tanto, una de las conclusiones principales de este trabajo es que el país requiere hoy de trabajos de calidad y de un recurso humano capacitado. Para ello las políticas del mercado laboral deben contemplar a capacitación para contar en corto plazo con una mano de obra más calificada, así como, la generación de empleos productivos, en la cual se incorporen a los empresarios y asegurar un entorno jurídico y político favorable para garantizar el crecimiento de los sectores económicos más productivos. Igualmente es necesario dejar de lado la actual economía de puertos y en contrapartida, promover la inversión para la producción y así estimular el crecimiento de las exportaciones.

lunes, 13 de febrero de 2012

VIVA VENEZUELA

En este momento estamos esperando los resultados de las elecciones primarias, realizadas durante el día de hoy 12F. Con el gusto en la boca de una participación ciudadana, valiente, decidida, alegre y sobre todo pacífica que estuvo por encima de las expectativas de sus dirigentes, dando la voz de que Venezuela ya no es la misma.

Superando todos los pronósticos (incluyendo los míos), los venezolanos desbordaron los centros de votación (recordemos que fue la elección interna de la MUD), más de 3.000.000 de ciudadanos ejercieron su derecho a elegir a sus autoridades.

Cuáles son las lecciones que nos dieron, veamos: en primer lugar se está reivindicando la participación política del venezolano. Hemos comprendido que ante los problemas que tiene nuestro país, no se puede voltear la cara y dejar pasar, depende de nosotros el destino del país, no podemos echarle la culpa al otro si nuestros dirigentes no hacen un buen trabajo. Es nuestra responsabilidad porque nosotros los elegimos. Lo mismo sucede con la carrera de “político”, cada día crece el número de jóvenes que manifiestan abiertamente su deseo de dedicarse a la carrera política.

En tercer lugar, el alto número de votantes para una elección interna, es un grito al gobierno de que algo no está haciendo bien. Es imposible que todos sean oligarcas, y si votaron algunos afectos al partido de gobierno, es más grave aún.

En cuarto lugar, a los venezolanos no le gustan los extremos, los precandidatos más radicales obtuvieron una muy reducida votación. Están agotados del continuo enfrentamiento

Pero la lección más importante es que el pueblo venezolano es demócrata, y si le dan la oportunidad, expresan con mucho gozo su voluntad.

Nuestro gran deseo es que los candidatos presidenciales (Henrique Capríles R. y el presidente Hugo Chávez) que se enfrentan el próximo 7 de octubre hagan una buena lectura de lo que pasó hoy y dejemos ese enfrentamiento que no puede dejar nada bueno.

Ante la experiencia de hoy, lo único que me queda decir es ¡VIVA VENEZUELA, MI PATRIA QUERIDA!.

miércoles, 8 de febrero de 2012

“Stress” Inflacionario

Por Martín Simonetta

Director Ejecutivo de la Fundación Atlas1853.

Roberto es empleado en una empresa mediana en el Gran Buenos Aires. Si bien su trabajo se encuadra en la formalidad legal, mes a mes observa cómo su salario va perdiendo poder de compra. Su esposa, María trabaja informalmente en un comercio. La pareja aprendió a convivir con el aumento generalizado de los precios y la forma en que este proceso corroe su podes de compra.


Ambos han ido modificando sus hábitos: dejaron de ir a comer una vez por mes al restaurant del barrio para hacerlo siempre en su casa, fueron cambiando o resignando las marcas de los productos que consumían, modificaron los hábitos alimenticios de la familia pasando a consumir productos más accesibles. Enfocaron sus energías en garantizar una adecuada nutrición para sus tres hijos. Fueron observando cómo –a pesar de que sus salarios aumentaban leventemente- lo hacían a un ritmo más lento que los precios de su canasta familiar.


Este proceso de resignación lenta les genera una frustración que afecta su estado de ánimo y sofoca su sentido del humor, poniendo bajo presión la calidad de la relación de pareja que, día a día, mes a mes, debe poner a prueba su creatividad para poder vivir con los salarios de ambos.


La situación los agobia. Cada día deben caminar más rápidamente para permanecer en el mismo lugar. La carrera contra la inflación les produce una gran frustración.

¿”Stress” o “distress”?

El “stress” -traducible como tensión- es un útil mecanismo bioquímico que activa procesos de defensa del organismo, alertándolo en situaciones de peligro. En diferentes especies, incluso en la humana, resulta fundamental para generar reactivamente en momentos clave que ponen en juego la supervivencia, tales como el ataque de otros predadores. Una de las características es la producción de cortisol, la hormona que nos ayuda a estar alerta en situaciones de peligro.


La sabiduría evolutiva ha hecho que estos mecanismos se activen y nos protejan, pero –una vez superada la situación de riesgo- se desactiven, permitiendo el retorno al funcionamiento habitual del organismo.


¿Qué sucede si la activación transitoria de este sabio mecanismo de defensa se hace permanente? Allí estaremos frente a un fenómeno diferente: el “distress”. Mientras que el “stress” es un mecanismo adaptativo que nos permite reaccionar excepcionalmente en momentos críticos, el “distress” se diferencia –entre otras características- porque se produce de forma permanente y con gran intensidad como reacción a duraderos contextos hostiles. Modificaciones del humor, ansiedad, irritabilidad, conflictividad en las relaciones inter-personales, cansancio permanente, son algunos de los síntomas de esta situación, con los consecuentes potenciales efectos sobre la salud física.

Inflación, frustración

¿Cuál es el vínculo entre inflación y “distress”? Es muy posible que usted ya sepa la respuesta. A medida que los precios aumentan a un ritmo superior que los ingresos, va haciendo necesario adaptarse al menor poder de compra de nuestro dinero, lo cual genera en nuestros organismos las características descriptas.


El “stress” inflacionario se desata debido a que el aumento generalizado de los precios obliga a las personas y a las organizaciones a enfocar sus esfuerzos en re-adaptarse de forma permanente para continuar en el mismo lugar, a concentrar sus energías en sobrevivir y no en crecer.


La ausencia de estabilidad monetaria y la pérdida de valor de la moneda tienen un claro efecto en el re-acomodamiento de los ingresos-egresos de las personas, las familias y las empresas. Agregan, a las naturales dificultades de la supervivencia y crecimiento, un factor externo que obliga a asignar una porción de energía a correr esta maratón donde compiten los salarios y la rentabilidad empresaria contra pérdida de valor de la moneda.


En las causas de la inflación, los argentinos somos expertos. Diversos estudios señalan el mayor de sus orígenes: el fenomenal incremento del peso del gasto consolidado del sector público, que pasó de 28% en el 2003 al 45% en el 2011. Este mayor gasto por parte del sector público es el que asfixia a los ciudadanos, y la inflación –consecuencia de la emisión monetaria- es uno de sus aspectos que parece dañar de forma silenciosa y continua a la sociedad.


Por más que se quiera eludir esta verdad, el proceso inflacionario ubica a la Argentina como una de las líderes (si cabe la expresión) a nivel mundial en esta materia. La brecha de casi 13% existente entre la inflación verdadera (22,8%) -medida por consultores privados y publicada por diputados opositores- y la del Instituto Nacional de Estadística y Censo (inferior al 10%) nos da una idea del tamaño de la negación.


Un profundo cambio en la política fiscal y monetaria a efectos de preservar los silenciosos efectos de la inflación –uno de los impuestos más distorsivos- sobre la salud mental y física de los argentinos.